CASTELLDEFELS
AMANT DE LA MAR
“No medí la vida en años, sino en calles, puentes, montañas y kilómetros que son los que me separan del mar.”(Fabrizio Caramagna)
Ubicada en Les Botigues de Sitges en el mar de Castelldefels hace honor al nombre del barrio que la precede. Se dice que quien ha mirado a los ojos azules del mar nunca más ha olvidado su color y mucho menos su amor. Bienvenido a la casa AMANT DE LA MAR, con 353 m² nos embelesa y sabe dichosa que nos va a hechizar. Pasamos para dentro. Ninguna casa debería existir sin vistas al mar. Cada casa debería pertenecer al viento y a las olas. El mar y la casa deberían vivir juntos uno delante del otro para confiarse sus secretos. En la planta de calle encontramos el garaje. Se trabajó mucho en tema fórmula uno generando una experiencia inmersiva en donde nuestro vehículo gozará de armarios como un pitbox costumizado con los colores de del “cavallino rampante” especial para él. También se dispone de un espacio exterior para dos coches más. Seguimos y nos adentramos en el salón absolutamente abierto a cocina y al infinito. La obsesión de esta reforma fue descubrir continuamente una lugar abierto para amigos y familia, como un loft dispuesto para vivir de cara a las vistas y la intimidad en donde espacios, colores y elementos se fusionan en un estilo futurista con detalles luminosos donde menos te lo esperas, fusionándose en el infinito verde y azul del lugar. Es un ambiente abierto con la vista continua de mar. Es inevitable quedar absorto en cada uno de los ventanales. Salimos. Decía Josep Pla que en las noches secas y de cielo rutilante, el acetileno tenía un resplandor entre blanco y azulado; en las noches húmedas y caliginosas se volvía de una rojez amarillenta, afinada. Mientras esperaba el momento de “fer xugai”, se creaba en la playa un gran silencio, un silencio perfumado de un olor intenso de pino negral y alga. Bajamos a los dormitorios. El amanecer se refleja en el primer halo del cabezal de la habitación principal. Imagina. La luz se desliza tenue, cariñosa, creciendo desde el marco de la ventana hasta nuestra almohada. Abre los ojos y lo primero que ves es el pinar del litoral vestido de agua de mar, de añil, de marino. Eso sí es un buen despertar. La planta se reparte en cinco dormitorios en suite uno de ellos con “walking closet” y un baño muy especial. Qué sería de la juventud sin mar? Tres habitaciones de ellas son dobles y la cuarta habitación dispone de un espacio polivalente que actualmente es un cine con todo lleno de armarios. Bajamos una planta y todo se abre ante nosotros. Dispone de un segundo salón con una segunda cocina. Las ventanas siempre están presentes como aliadas de las vistas. Porque no hay nada más bello que la forma en que todas las veces el mar intenta besar a la playa, no importa cuántas veces lo rechace. Salimos al jardín. Magno. Dividido en terrazas de formas prestigiosas, caídas, a veces en la misma opulencia que nuestro pedacito de azul, la contemplación del mar y las montañas es de una belleza clara, extática, como un insospechado don ofrecido por la naturaleza. Con un jardín claramente mediterráneo despuntan las especies de la zona. A primeros de febrero, el almendro en flor sobre el infinito azul, la amarilla dulzura de las mimosas, tocadas por el sol de invierno. Las pitas de los márgenes tienen un ribete color yema de huevo, flotando por los bancales el olor de espliego, del romero y de la aliaga mezclada con la resina del pino. La casa AMANT DE LA MAR te pregunta, qué le falta a la vida cuando en una noche de verano el hálito de las estrellas abre las ventanas y nos tira dentro el perfume del mar.